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Apicultura Ecológica

apicultura ecologica

Apicultura Ecológica, para comprender cuales son los principios de la apicultura ecológica se necesita saber a priori lo que significa la ecología.

La ecología es una disciplina que estudia el medio ambiente y todos los elementos que lo conforman, tanto factores bióticos, que son todos los organismos vivos; y los abióticos que son factores no vivos pero que influyen directamente sobre un hábitat o ecosistema tal como la lluvia, la temperatura, la presión la geología etc.

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Apicultura Ecológica

La ecología fue un término originado en el siglo XIX por Ernst Haeckel quien fue un naturalista y filósofo alemán.

Aunque los antecedentes y las bases de esta ciencia se remontan a la época de los antiguos griegos. La ecología estudia las relaciones y las interacciones que existen entre todos estos elementos que se encuentran en un ecosistema y cómo influye cada uno de esos factores en el desarrollo y el equilibrio de la vida.

 

Para ello se hace uso de la biología en sus diversas ramas, incluyendo la bilogía evolutiva la cual ha sido uno de los pilares fundamentales de su estudio.

La teoría de la evolución de las especies juega un papel fundamental en el estudio de la ecología, ya que este describe teóricamente cómo ha sido la adaptación y la transformación progresiva de las especies vivas del planeta, a través de un proceso de selección natural, el cual garantiza la supervivencia del más fuerte y el acomodamiento de las especies ante los cambios naturales o ambientales que puedan darse a lo largo de la historia del planeta.

Según estos estudios, el equilibrio de la vida puede verse afectado si falla alguno de los elementos que conforman el ecosistema de la especie en concreto.

Apicultura Ecológica

Por lo tanto saber cuáles han sido los cambios ocurridos anteriormente y que hayan causado cambios importantes en determinado ecosistema, ayudará a entender y prevenir los que puedan darse en el presente o en el futuro que pueda afectar las interacciones biológicas incluyendo a los seres humanos.

Existen diversos tipos de actividades que pueden afectar el medio ambiente y el equilibrio de este; como también existen otras que pueden potenciar el beneficio a los ecosistemas del planeta y que al mismo tiempo favorezca a la vida de todos los organismos bióticos. Entre esas actividades favorables se puede mencionar a la apicultura.

La apicultura

La apicultura es una labor realizada por seres humanos que consiste en manejar el ecosistema de las abejas, es decir, criarlas de forma controlada y tecnificada en un lugar previamente fabricado y diseñado por los humanos, en el cual se potencie el tiempo vital de las abejas y su habilidad para la producción ya sea de miel, de cera, jalea real o polen.

Para esta actividad es necesario tener conocimiento de estos insectos y su forma de vida con el fin de hacer que estas se sientan lo más cómodas posibles en ese hábitat artificial.

En este sentido, se deberá tener control entonces en el número de abejas obreras que existan en una colmena, el número de zánganos, el bienestar y cuidado de las crías, es decir de las larvas de abejas almacenadas en la colmena y por supuesto de mantener en un estado óptimo y saludable a la abeja reina para que esta siga produciendo abejas sanas que garanticen una producción estable de productos.

Se debe alimentar a las abejas en caso de que haya temporadas en las cuales el néctar de las flores sea escaso. Para esto será necesaria la fabricación de una especie de jarabe a base de azúcar y agua para dar de comer a las abejas y evitar así que la producción baje o que estas mueran.

Realmente el ecosistema de la abeja no se altera, sino que se potencia a través de la apicultura; pues no solamente se ayuda a mantener la especie bajo un ambiente seguro sino también con condiciones estables, alejada de depredadores y con espacio necesario para procrear y producir miel de calidad. Por lo tanto, a primera vista la apicultura es una actividad completamente ecológica, pues no afecta el equilibrio de la vida de las abejas ni de ninguna otra especie, ni tampoco se hace un daño directo al medio ambiente en el cual se practica esta actividad.

La apicultura como una actividad que favorece al medio ambiente

La apicultura presenta varias ventajas para el medio ambiente. En primer lugar la actividad como tal no genera desperdicios que puedan ser factores contaminantes y por lo tanto nocivos para el desarrollo de determinadas especies de organismos vivos. Sino que la realización de ella es en un alto porcentaje totalmente natural.

En segundo lugar está el hecho de trabajar con uno de los animales que ya de primera mano es esencial para el desarrollo de la vida, y son las abejas.

El famoso físico y científico alemán nacionalizado estadounidense, llamado Albert Einstein, dijo que “sin las abejas, los seres humanos tendrían solo 4 años de vida sobre la Tierra. Sin abejas no hay polinización, y sin la polinización no existirían las plantas y sin las plantas no existiría la vida”.

Si se analiza detenidamente esta frase se puede llegar a la conclusión de que es totalmente verás, ya que es cierto que las abejas contribuyen a la polinización.

Cuando una abeja obrera abandona el panal en busca de néctar, se adentra en una flor para absorber el líquido y al mismo tiempo impregna su cuerpo con las esporas reproductoras. Cuando la abeja se posa sobre otra flor receptora de esporas para reproducirse, esta las deposita sin saberlo dentro de la flor lo que permite que esta se reproduzca y su especie se mantenga viva. A este proceso se le llama polinización.

Se sabe también que las plantas son las responsables de generar el oxígeno que la gran mayoría de los seres vivos necesitan para vivir.

A través de un proceso bioquímico llamado fotosíntesis  las plantas transforman la energía solar y el dióxido de carbono emanado por los seres humanos, en oxígeno limpio y respirable.

Si las plantas no absorbieran el dióxido de carbono, el cual es dañino y tóxico para los seres humanos, esto derivaría en la extinción de la vida sobre la Tierra.

Es necesario que las plantas generen más oxígeno que la cantidad de dióxido de carbono que pueda haber en el ambiente. Cuando las proporciones comienzan a invertirse el planeta se contamina, creando una especie de atmósfera densa que no permite que las radiaciones emanadas por el sol regresen al espacio, sino que se quedan en la superficie del planeta, calentándolo y generando así un desorden ambiental que puede tener consecuencias muy graves para la vida. A este fenómeno se le conoce como efecto invernadero, causante de lo que hoy se conoce como el calentamiento global.

La polinización por ende es fundamental para la vida, para el intercambio de polen de las plantas y que estas puedan producir sus frutos y flores los cuales ayudan al crecimiento de más plantas y a la alimentación de otros seres vivos indispensables para que el equilibrio de la vida no se vea afectado.

Es ahí donde las abejas juegan un papel de suma importancia el cual no debe ser ignorado y es por esta razón que la apicultura hoy en día, además de haberse convertido en una actividad económica rentable en diferentes países del mundo incluyendo a la región latinoamericana, también se ha convertido en una actividad que ha cobrado importancia para aquellos que buscan que el planeta no caiga en un colapso que pueda dañar a la vida.

Existen hoy día organismos estatales y leyes que protegen la práctica de la apicultura, como es el caso de México, argentina y Colombia, en donde los productos obtenidos se han convertido en factores de exportación a otras naciones y esto ha servido para extender la práctica de la apicultura en esas naciones y aun más allá de sus fronteras. De esta forma se garantiza que se pueda impactar en forma positiva al desarrollo de la vida vegetal y por ende de sus demás formas.

Es por esto que la apicultura se ha convertido en una actividad beneficiosa para el medio ambiente siempre y cuando se mantengan los procesos de cría y de cuidado de las abejas bajo procedimientos naturales, no contaminantes.

El proceso en sí es en gran manera ecológico y sus productos derivados de alguna manera también son de ayuda para la vida. La miel es el alimento principal de las abejas, ellas se alimentan de ella y es lo que usan para subsistir. De allí a que estas estén dispuestas a defender sus reservas melíferas con la vida si fuese necesario.

Pero además de eso la miel se ha comprobado que es un producto que aporta grandes beneficios para la vida humana. Las propiedades antisépticas y antibióticas de la miel son bondades reconocidas por los humanos desde tiempos antiguos.

Su capacidad para acelerar el metabolismo, para cicatrizar, sus variados minerales y vitaminas ayudan al organismo a mantener un sistema inmunológico saludable que permita combatir con efectividad los cuerpos extraños que pueden contaminar el organismo

La miel de abejas ecológica

Sin abejas melíferas morirías de hambre»

A los apicultores siempre les gusta señalar que las abejas melíferas polinizan los cultivos agrícolas que comemos.

Sin los apicultores, afirman, no podríamos comer una larga lista de frutas y verduras. Incluso si los cultivos requieren actualmente la polinización de las abejas melíferas, no hay razón para seguir explotando a las abejas consumiendo miel, cera de abeja, polen de abeja, etc.

El hecho de que todo en nuestra sociedad se basa en la explotación animal no debería sorprendernos, ya que la civilización occidental comenzó literalmente con la «domesticación» (es decir, la esclavitud) de los animales. Los animales muertos se usan para construir carreteras, pero esto no justifica comer animales. Además, no es razonable (por no decir idiota) no utilizar las carreteras porque contienen animales muertos.

(Del mismo modo, es ilógico no comer ciertos alimentos porque las abejas fueron utilizadas para polinizarlos. La gente hace este tipo de discusiones sobre la carne para evitar discutir el verdadero problema que tenemos entre manos.

El argumento de los apicultores no es diferente. Toda la cuestión de la polinización no es más que un intento de desviar la atención del hecho de que están explotando animales y que la miel es el producto de la explotación animal.

Además, no es como si el abandono de la miel pusiera fin a la polinización comercial, por lo que no está claro cuál es exactamente el punto de vista de los apicultores.

La producción comercial de miel y la polinización comercial no son lo mismo: las abejas que producen miel no son las que hacen polinización comercial. «Los apicultores pueden presumir de la importancia de las abejas melíferas en la necesaria transferencia de polen, pero muchos no están involucrados en los aspectos prácticos del servicio», según Justin Schmidt y Stephen Buchmann, entomólogos investigadores del Centro de Investigación de Abejas Carl Hayden del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Schmidt & Buchmann 739).

Schmidt y Buchmann continúan diciendo: «No se puede esperar que las abejas se alimenten solas, mucho menos que produzcan excedentes de miel mientras se dedican a la polinización comercial» (Schmidt & Buchmann 740). Además, los apicultores han exagerado su importancia en la producción de cultivos.

Las abejas melíferas polinizan un pequeño porcentaje de los cultivos. Los apicultores pueden citar una cifra, cortesía del USDA, de que las abejas melíferas polinizan el 80% de los cultivos estadounidenses que requieren polinización. En primer lugar, esto significa que el 20% de estos cultivos están en peligro porque los animales que los polinizan están poco estudiados y probablemente desprotegidos de las presiones humanas.

En segundo lugar, es probable que la cifra del 80% sea errónea. Estudios independientes sugieren que las abejas melíferas son las principales polinizadoras de sólo el 15% de los cultivos del mundo. (Buchmann & Nabham 194); (O’Toole 170). Esto puede explicarse por el hecho de que el USDA se centra casi exclusivamente en la promoción de las abejas melíferas como polinizadoras y es poco probable que reconozcan el valor de los polinizadores nativos. Además, no todos los cultivos requieren polinización por insectos.

Las abejas no deberían polinizar

Aunque las abejas melíferas se utilizan actualmente como polinizadoras, son problemáticas por varias razones y deben ser detenidas.

Toda la empresa es arriesgada, ya que se pueden importar nuevas enfermedades y disminuir rápidamente la población de abejas melíferas. Esto ya ha ocurrido: las poblaciones de abejas melíferas salvajes son prácticamente inexistentes (Watanabe 1170), más recientemente debido a la importación ilegal de reinas sudamericanas infectadas con dos tipos de ácaros (traqueal y varroa) (Nickens 22; Watanabe 1170).

Incluso si estos problemas pueden ser controlados en colonias manejadas, puede ser sólo temporal. «[Varroa] ácaros en cuatro estados han desarrollado resistencia al único pesticida aprobado para su uso en su contra, señala Thomas E. Rinderer del laboratorio de abejas melíferas del Departamento de Agricultura de EE.UU.

en Baton Rouge, La.» (Raloff). Las abejas melíferas dependerán cada vez más del apicultor a medida que aparezcan nuevas amenazas. Los apicultores pueden tomar medidas para reducir la propagación de enfermedades, pero no lo hacen o no pueden hacerlo.

Por ejemplo, el ácaro Varroa «seguirá propagándose debido al transporte comercial de abejas y reinas; a las actividades migratorias de los apicultores; a los enjambres que pueden volar largas distancias, o ser transportados por barcos o aviones; y a las abejas a la deriva» (Shimanuki 1120).

Aunque en última instancia parece deseable tener pocas colonias de abejas melíferas, a corto plazo, el comportamiento irresponsable de los apicultores está aumentando su monopolio sobre la polinización.

Los agricultores que antes dependían de las abejas melíferas salvajes para la polinización deben ahora alquilar colonias gestionadas. La situación de la polinización llegó a un punto crítico y los apicultores emergieron como los salvadores cuando, de hecho, ellos son la raíz del problema.

Además, la propagación de abejas melíferas africanizadas desplazará a las abejas melíferas europeas y amenazará la capacidad de manejar fácilmente las colonias.

Los agricultores han pasado a depender de las abejas melíferas, pero algún día, en algunas zonas, los apicultores simplemente no podrán proporcionar colonias para la polinización. Y sí, la abeja melífera africanizada es completamente culpa del hombre: fue liberada accidentalmente de un experimento en Sudamérica y continúa extendiéndose hacia el norte.

Las abejas melíferas ni siquiera son la mejor opción como polinizadoras para muchos cultivos. Las abejas no tropiezan con las flores de alfalfa (como lo hacen las abejas cortadoras de hojas de alfalfa y las abejas alcalinas).

Las abejas melíferas no pueden usar la polinización por zumbido (la vibración vigorosa usada por los abejorros) necesaria para polinizar eficientemente tomates, berenjenas, papas, pimientos, arándanos, sandía y arándanos.

Las abejas melíferas no pueden volar a bajas temperaturas (como la abeja albañil del huerto) para polinizar eficientemente las flores de primavera temprana como los arándanos, la primera flor de manzana y las almendras. Esto no quiere decir que no se utilicen abejas melíferas para polinizar estos cultivos, sino que otros insectos podrían hacer un trabajo mucho mejor.

La polinización de las abejas de la miel también está sujeta al mercado de la miel. La afirmación altruista de que «las abejas polinizan» no es tan desinteresada después de todo; si los precios de la miel son altos, los apicultores preferirían centrarse en eso por completo en lugar de en la polinización.

Si los precios de la miel son bajos, entonces el número de apicultores disminuye (y el número de abejas disponibles con ellas).

Por último, centrarse en las abejas melíferas como polinizadoras ignora el valor de los polinizadores autóctonos y el hecho de que la presencia de la abeja melífera les perjudica, como veremos.

Las abejas dañan el medio ambiente

Inicialmente las consecuencias de la pérdida de la abeja son negativas. Los insectos son necesarios para polinizar alrededor del 15% de nuestros cultivos alimentarios y las abejas melíferas desempeñan actualmente gran parte de esa función (Adee 21). Los humanos no son los únicos afectados.

«John T. Ambrose, entomólogo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, calcula que entre el 15 y el 20 por ciento de la dieta de un oso negro proviene de la miel, las abejas y las frutas, nueces y bayas polinizadas por las abejas. Una disminución del 20 por ciento en esa fuente de alimento podría forzar a los osos a buscar más forraje» (Nickens 23).

«La base básica de proteínas e hidratos de carbono en el ecosistema está disminuyendo», dice Rinderer[director del Laboratorio de Cría y Genética de Abejas de la Abeja de la Miel del Departamento de Agricultura de EE.UU. en Baton Rouge, Louisiana], «y todo lo demás se reducirá a partir de ahí». Una reducción del 50 por ciento en el suministro de alimentos polinizados por insectos, dice, es «totalmente razonable»». (Nickens 23).

Por supuesto, estos impactos ya se habrían producido en gran medida debido a que prácticamente no quedan colonias de abejas melíferas, ya que las abejas melíferas ahora requieren la intervención humana para sobrevivir en Norteamérica.

En última instancia, sin embargo, la reducción de las poblaciones de abejas melíferas sería positiva, ya que desplazan a las especies de abejas nativas.

Las abejas no son nativas de Norteamérica. Se cree que fueron importados de Europa en 1638 (NHB). Los nativos americanos los llamaban «moscas del hombre blanco». Las abejas ferales se desarrollaron a través del proceso natural de enjambrazón.

Cuando los apicultores le dicen que están ayudando a las abejas transportándolas a los flujos de néctar, lo están haciendo. Están facilitando el instinto de acopio de miel de las abejas, en detrimento de otros polinizadores (Buchmann 129).

«Los efectos ecológicos potenciales de las abejas melíferas son probablemente menores comparados con cambios importantes como la deforestación, pero pueden ser importantes porque las abejas melíferas son casi cosmopolitas y pueden competir con los polinizadores, especies clave potenciales (Paine, 1966; Thorp & Gordon, 1992; Thorp et al., 1994)» (Sugden 156).

Como su nombre indica, las especies clave son las que el ecosistema probablemente no puede prescindir. Los estudios realizados por William Schaffer, ecologista de la Universidad de Arizona, mostraron claramente un impacto negativo significativo en los polinizadores locales cuando se introdujeron las colonias de abejas melíferas (Buchmann & Nabham 173).

Existe amplia evidencia de que las abejas melíferas superan no sólo a otros polinizadores de abejas, sino también a las aves, las zarigüeyas y otros insectos (Buchmann & Nabham 174-182; Buchmann 129; Sugden 154; Kato et al.). La competencia interespecies es difícil de probar de manera concluyente por una variedad de razones.

Sin embargo, de 24 estudios importantes sobre la competencia sólo dos descontaron los efectos sobre la competencia e incluso estos autores no descartaron la posibilidad de su existencia (Buchmann 129).

Las abejas roban el polen y el néctar de otros polinizadores, pero no son necesariamente los mejores polinizadores en los ecosistemas naturales. Las abejas mojan el polen con saliva, por lo que es menos probable que se transfiera a una planta. También viajan a muchos tipos diferentes de plantas por lo que el polen no necesariamente llega a la planta correcta (Buchmann & Nabham 62).

La pérdida de los polinizadores nativos sería mala porque las abejas sólo polinizan entre el 16-22% de todas las plantas silvestres que necesitan polinización (Roubik 169). Además de la amenaza de las abejas, los polinizadores nativos están en declive debido a la destrucción y fragmentación del hábitat, la agricultura química, los monocultivos y los insecticidas, todo lo cual no hace sino exacerbar la competencia con las abejas (Sugden 156).

Buchmann & Nabham concluyen que «la abeja melífera ha tenido quizás tanto impacto como el ganado en la estructura de ciertas comunidades vegetales. Puede ser apocalíptico afirmar que algún día la apicultura con abejas melíferas europeas o africanizadas será discutida en los Estados Unidos o en México con tanta emoción como lo es el cowboying hoy en día, pero esa es nuestra profecía.

Las abejas son, después de todo, el ganado liliputiense – herbívoros peludos con alas – que son tan capaces de domar un paisaje como cualquier infestación de vacas, ovejas o cabras. Su «pastoreo» de polen y néctar simplemente pasa desapercibido.

Pueden zumbar suavemente, pero tienen un gran impacto ecológico cuando se trata de alterar, tal vez para siempre, la mezcla potencial de forrajes en el campo, en los arbustos, en el interior o en los bosques (Buchmann & Nabham 182-3).

Impacto ambiental de los edulcorantes

Una cuestión aparte pero relacionada es la del impacto medioambiental de los edulcorantes que utilizamos. Algunos apicultores afirman que la miel es el edulcorante menos dañino. El argumento del apicultor es pura especulación, no se refiere a un estudio científico.

Pocos veganos usan grandes cantidades de azúcar de caña (debido al proceso de carbonización de huesos) por lo que la comparación apropiada sería con Sucanat Orgánico, Florida’s Crystals o cualquiera de los edulcorantes líquidos que (cuando se compran en tiendas de alimentos naturales) son generalmente orgánicos.

De hecho, esta es la única comparación válida porque si alguien es vegano por razones ambientales, indudablemente buscará el edulcorante menos dañino.

Los apicultores afirman que mueren más insectos al cultivar edulcorantes. Esto es difícil de cuantificar, pero tenga en cuenta que las abejas melíferas viven sólo 15-38 días en verano, 30-60 días en otoño y 140 días en invierno (Winston 55). Las abejas trabajan hasta la muerte produciendo miel.

Los agricultores orgánicos utilizan el control biológico de plagas para controlar selectivamente las poblaciones de plagas. Los apicultores también matan a los ácaros que infectan sus colonias.

En cuanto a otras cuestiones, las abejas son transportadas en camiones por todo el país para seguir el flujo de néctar. Esto seguramente es más que igual a los insumos de energía de una granja orgánica.

Los apicultores también utilizan insumos como azúcar, jarabe de maíz, sustitutos de polen y tortas de grasa que casi con seguridad no son orgánicas. Esto es un desperdicio de la misma manera que alimentar al ganado con granos.

Las granjas orgánicas no usan pesticidas ni fertilizantes, pero el apicultor puede estar subsidiando prácticas agrícolas destructivas al permitir que sus abejas polinicen cultivos no orgánicos. Los apicultores también utilizan directamente insecticidas para matar los ácaros.

Entonces, ¿qué queda? ¿Erosión del suelo? Los agricultores orgánicos utilizan técnicas para proteger sus recursos más valiosos. ¿Pérdida de hábitat? Como hemos visto anteriormente, las abejas melíferas contribuyen en gran medida a la pérdida de hábitat de muchas especies. Los agricultores orgánicos son menos propensos a eliminar las áreas naturalizadas alrededor de sus campos y así mantener hábitats para muchas especies.

Finalmente, la mayoría de los países importan miel y desechos a través del transporte. Aproximadamente el 42% de la miel en los Estados Unidos ha sido importada.

Procede principalmente de Argentina, seguida de China, México, Canadá e India (FAS), y el 85% de la miel del Reino Unido se importa de Vietnam, China, México, Australia y Argentina (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 13). Alemania, el mayor importador de miel del mundo, obtiene su miel principalmente de Argentina, China y México (FAS).

Sin embargo, hay cuestiones mucho más importantes que el recuento de cuerpos o el uso de combustibles fósiles. Comprar miel respalda la mentalidad apícola: que los animales están aquí para el uso humano, que «está bien tomar cosas de las abejas, ya que he invertido mucho tiempo y dinero en mantenerlas vivas», y que es deseable fomentar el exceso de producción, precisamente los valores que actualmente están causando tanto daño ambiental.